lunes, 7 de febrero de 2011

¿cari, dónde me has puesto el chándal de los domingos?

El siglo XX ha supuesto una total revolución en el sector textil, sobre todo en la moda femenina. Los biquinis, las minifaldas, el prêt-à-porter, las camisetas de tirantes (benditas sean), ...
La moda masculina evoluciona como la formación de estratos geológicos, para darte cuenta de alguna diferencia, tienen que pasar 900 años, pero bueno, vamos avanzando a nuestro ritmo.
De todas formas, si hay una prenda que realmente ha cambiado nuestra forma de ver la vida, esa ha sido EL CHÁNDAL ¡¡
Sí amigos, no puedo imaginar más confort y practicidad que con uno de mis chándals favoritos. En su origen, esta prenda se pensó para aumentar el confort a la hora de practicar deportes. Imaginad los gladiadores romanos, luchando en pelotilla picada, o con un trozo de redecilla. Lo bien que se hubieran movido por la arena, con un fantástico chándal de algodón. Ni punto de comparación.
Y una prenda tan importante, por supuesto, tiene muchas pequeñas historias tras de ella.

Mi primer chándal.
En nuestros tiempos, eran de tactel, y llevaban en la espalda y frontal algún subproducto Disney. Si tenías un hermano mayor, le compraban exactamente el mismo, una talla más, y además de tecían "cuando no le valga a Jorgito, te lo pones tú". Mentira, se rompía antes que el tuyo. Si tenías hermana pequeña, le compraban exactamente el mismo, pero en rosa.
Estas prendas estaban condenadas a usar en corto plazo las maravillosas rodilleras y coderas. Había 2 versiones, las lisas y las de Disney de nuevo. Cuando caían las rodilleras, ya era el momento de renovar material.

Mi primer chándal de marca.
Con 10 años, y tras dar la tabarra durante 2 ó 3, tus padres te compran un chándal "de marca". ¿De cuál? Da igual, si lo vendían en tienda de deporte, valía. Si lo vendían en la cadena Q, no valía.
El chándal de marca, con un poco de suerte era Karhu, Rox, John Smith o Kelme. Los más pudientes se podían permitir incluso un Adidas o un Nike. El primer día que ibas al cole, entrabas a clase tieso como un ministro, esperando recibir alabanzas. Al principio, ni jugabas al fútbol, para que siguiera impecable. Eso sí, ya metido en faena, a la tercera caída, se descuajaringaba y le salía un agujero. Ley fundamental de la ropa de marca: si va agujereada, no pasa nada.

Mi chándal favorito.
Hay una clara diferencia entre los de chico y los de chica.
El de chico, es el chándal del Madrid, el primero que se compró el susodicho, que le costó 20.000 pesetas y 3 meses de ahorrar la paga. Ya está descolorido (el morado se ha convertido en azul claro), la goma del pantalón está pasada (efecto asomoElCuleteAlAndar) y tiene pelotillas para llenar 2 almohadas. Pero da igual, es el favorito, irá con nosotros a la tumba.
Sin embargo, el de chica es un chandal-pijama de algodón, cutre a más no poder. Normalmente es de una marca desconocida en el hemisferio norte, es gris, y tiene estampados de osos, o de gatitos. Costó en su día 700 pesetas, pero es comodísimo, suave, y ha aguantado estoicamente un lavado semanal tras otro. Calidad digna de estudio por la NASA.

El chándal de ir al carrefour.
Toca ir a hacer la compra semanal. Viernes por la tarde. ¿Qué me pongo? ¿camisita y pantalón? Uff, se arruga todo, se puede manchar cargando las bolsas ... ¿un vaquero viejo? Naa, menudo rollo, tienes ganas de ponerte tus flamantes zapatillas de running del Decathlon. ¿Qué es lo que mejor pega con unas estupendas zapatillas naranjas fosforito, azul marino y unos cordones reflectantes? Cae por su propio peso, EL CHÁNDAL DE IR A COMPRAR. Este chándal es de gama media, y debe tener muchos bolsillos para guardar las llaves del coche, la cartera, el móvil, los tickets de descuento ... Es una prenda unisex, aunque más propia para los caballeros. Lo que mola es ir todo cómodo marcando tripa con tu chándal, y la señora con su falda larga, tacones y americana con hombreras. Además, ésta suele ir diciendo "siempre con el chándal, hecho un adefesio ¿es que no tienes otra cosa que ponerte?".

El chándal de los domingos.
Acabamos con el último ejemplar, el chándal de ir al bar a ver el fútbol. El de ir de visita a ver a los suegros. El de bajar a las reuniones de vecinos. Si por ti fuera, el de ir a las bodas. Chándal de marca deluxe, que se ve que nunca en su vida va a pisar una pista de atletismo. Desaprovechado al igual que las zapas, blanquitas e impolutas, con sus cámaras de aire y tejidos aeroespaciales.
Cuando vas de visita con la parienta a ver a alguien, aquí ya se pone seria "ponte los pantalones del traje y la camisa leche, que se te está quedando todo pequeño y casi no te lo has puesto".
Arrinconados y perseguidos, con todo el dolor de nuestro corazón, accedemos a dejarlo en el armario, triste y sólo, esperándonos fielmente hasta la siguiente visita al bar ....

1 comentario: